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La Dieta de Worms

Continúa de la página Lutero, La Reforma y el cambio...

 

 

 

 

Atormentado por los pecados y el perdón

 

Ordenado como sacerdote en 1507, el aprendizaje y nivel académico de Lutero impresionaron tanto a las autoridades eclesiásticas que lo enviaron a la recién establecida Universidad de Wittenberg.  Allí, conoció a Johann von Staupitz, su vicario, quien tomó interés en el pálido y frágil monje.  Le dijo a Lutero que confiara en el Señor Jesús y que no se dejara llevar por el miedo de los relámpagos del Señor.  Fue un consejo fácil de dar, pero difícil para que Lutero lo aceptara.  Las ansiedades de Lutero no lo dejaban tranquilo.  Rezaba y rezaba.  Pasó por ritual tras ritual.  Hizo todo lo posible para asegurar que sería aceptable delante de Dios.  Confesaba sus pecados al sacerdote por horas y horas. Como Lutero había aprendido, los pecados tienen que ser confesados para ser perdonados.  Y tenía que recordarlos para confesarlos.  ¿Qué si se olvidaba de un pecado?  ¿Qué si había cometido un pecado que él no consideraba pecado?  Y cuando había confesado todo, Lutero todavía pensaba, ¿Qué esperanza tendría para justificarse en los ojos de un Dios perfecto y santo?  

 

 

 

 

Descubriendo la luz

 

Esto podía haber sido el círculo vicioso de su vida, si Lutero no hubiera sido nombrado para dar clases en la universidad sobre los libros de la Biblia, Salmos y Romanos.  Mientras estudiaba, lentamente su visión de Dios y la salvación empezó a cambiar.  En los Salmos, Lutero encontró escritores quienes estaban seguros de que habían sido perdonados y que al morir irían al Cielo.  Pero lo que finalmente cambió la vida de Lutero fue una cita del primer capitulo de Romanos.

 

Él leyó:  “El justo por la fe vivirá.” Lutero entendió que lo que hace a uno “justo” delante de Dios no es lo que hacen, sino en Quien creen.  Solo por medio de la fe en Cristo los pecados podrían ser perdonados.  Veremos lo que Lutero mismo escribió sobre su testimonio: “Aunque viví como monje sin reproche (sin culpa), yo sentí que era un pecador delante de Dios con una conciencia muy aturdida. No podía creer que Él seria satisfecho por medio de mis obras.  Yo no amaba, sinoque odiaba el Dios justo quien castiga lospecadores y en secreto, aunque no con blasfemia, ciertamente murmurando mucho, yo estaba enojado con Dios...Al fin, por la gracia de Dios, ...empecé a entender que la rectitud  de Dios es un regalo de Dios por el cual los justos viven, que es la fe.  ...Aquí me sentí que había nacido de nuevo y había entrado en el paraíso mismo por medio de sus puertas abiertas.

 

 

 

Entonces se me reveló una cara totalmente diferente de las Escrituras.  Entonces revise las Escrituras por memoria...Y ensalcé mi palabra más dulce con un amor tan grande como el odio con que había odiado las palabras “rectitud de Dios.” Por ende, ese lugar en los escritos de San Pablo fue para mí la verdadera puerta al paraíso.” Lutero redescubrió el principio Bíblico de suma importancia:  La gente no es salva por sus obras, sino por la fe en Cristo quien murió en su lugar en la cruz.  Las Escrituras le dijeron que somos salvos solo por la gracia de Dios, solo por fe.  Era una verdad a la cual él se aferraría y se confesaría por el resto de su vida.  Lutero sabía, y compartía que la sangre de Jesucristo limpia la gente de sus pecados.  Ya los atributos de Dios no eran limitados a lo negativo y odioso.  Ahora Lutero entendía correctamente que Dios es un Dios de gracia, quien envió a Su Hijo a morir para que todo aquel que cree en Él sea salvo. Armado con esa verdad, cuando la Iglesia empezó a vender indulgencias, o sea un pedazo de papel que ofrece el perdón de los pecados del pasado y el futuro, Lutero preguntó, “¿Por qué?” Sabiendo que Jesús pago por los pecados de la humanidad, Lutero preguntaba, “¿Por qué, si la Iglesia puede perdonar los pecados por un precio, no los perdonan todos gratuitamente?  ¿Si la Iglesia puede, por un pago, soltar a un alma del purgatorio, porque no vacían el purgatorio sin costo?” Estos pensamientos, y otros, fueron clavados a las puertas de la iglesia en Wittenberg, el tablero de la comunidad, el 31 de Octubre de 1517.  Cada vez que debatía sus ideas, Lutero se convenció mas que Dios es un Dios de amor, no de enojo; un Dios de gracia, no solo justicia.  Sus preguntas y sus debates eran noticias locales.  La imprenta de Gutenberg compartió las ideas de Lutero por todo el mundo Cristiano. Eventualmente, hasta el Emperador, Carlos V, y el Papa Leo, tuvieron que tratar con el monje y sus ideas reformadoras.

 

 

 

 

 

La Dieta de Worms

 

Fue en la ciudad alemana de Worms, que el juicio de Lutero ocurrió.  Lutero abrazó la oportunidad de compartir sus redescubrimientos.  Le sorprendió cuando le pidieron que retractara todos sus escritos y confesara sus errores.  Totalmente sorprendido, pidió tiempo para pensar y responder.  El próximo día, Lutero fue delante de la iglesia y el estado y confesó:  “Yo no acepto la autoridad de papas y consejos quienes se contradicen.  Al menos que sea convencido por las Escrituras y razón, yo no puedo, y no retractare nada desde que ni es correcto ni sano actuar en contra de la conciencia.  Aquí estoy.  No puedo hacer más. !Qué Dios me ayude!”. La historia muestra que Dios si ayudo a Lutero.  Bajo su guía, las Escrituras fueron devueltas a la gente.  Lutero tradujo la Palabra de Dios al lenguaje del hombre y mujer común.  Por medio del uso de Catecismos, exhorto a los padres a enseñar los fundamentos de la fe a sus hijos.  Cuando Lutero murió, poco después de celebrar su cumpleaños 62, el mundo había sido transformado.  El miedo fue reemplazado por la fe; los horrores del infierno por la esperanza del paraíso, y la ira de Dios por la gracia del Salvador.  Es de esperar que el 18 de febrero de 1546, mientras yacía en su lecho de muerte, Lutero pudo orar:  “Te agradezco por haberme revelado Su querido Hijo, Jesucristo, en quien creo, quien he predicado y confesado, quien he amado y adorado...”

 “Te agradezco por haberme revelado Su querido Hijo, Jesucristo, en quien creo, quien he predicado y confesado, quien he amado y adorado...”, Martín Lutero

Espacio elaborado por Cristo Para Todas Las Naciones - Panamá

como una oportunidad para compartir e informar sobre la relevancia histórica que La Reforma Protestante ha tenido en la humanidad.

 

Fuentes: Contenido de "La Gran Brecha que Transformó al Mundo" (suplemento producido por CPTLN Panamá, con apoyo de AMILPA, IELPA, CALMS - año 2003). Imágenes de Pixabay (Sharon Ang), PhotoHDX, elrincondedios.com, arteshistoria.com, luther.de,  proel.org, cele-df.org.br, davincistore, diomedes.com, tyhturismo.com, wikipediacommons.com, playbuzz.com, pixabay.com.com, cliparthut.com, LHM.org.

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